Estos 23 años de mi vida han estado llenos de aprisionamientos,
dudas, indecisiones, perdidas, pero también lleno de aprendizajes, ganancias, y
experiencias que le han dado madurez a mi vida, mi forma de pensar, de ver las
cosas, que me enseñaron a pensar bien las cosas antes de actuar aunque a veces
es bueno hacer locuras y dejarse llevar y lo más importante no arrepentirse de
lo hecho sino que de lo que no hiciste y te quedaste con esa duda de que
hubiera pasado. Aceptar los errores y pedir disculpas es algo que he aprendido
en estos últimos días, también a decir lo que pienso con el debido respeto. Cada
una de mis células está llena de optimismo por seguir en este camino de la vida
que no pedí pero es una bendición con todos sus problemas, que en un hogar
conflictivo uno se llega a acostumbrar a las peleas que dejan de importar y la
palabra familia llega a ser solo eso una palabra sin motivo ni significado,
alguien me dijo por ahí “que no me quejara que hay otras persona peor,
abandonados y huérfanos” y tiene mucha razón, pero son 10 años de soportar esta
situación, que ya me colmo pero que le voy a hacer. Al final yo vivo mi mundo y
dejo que vivan el de ellos… si peleando son felices pues que sigan así, yo no
entro en ese absurdo juego, en el que nadie gana y todos pierden, en el que se
hieren sentimientos con palabras impensadas que salen por la furia y el mal
momento pero que si se dicen es porque se piensan.